El mejor tesoro de nuestro país es la educación pública

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La salud de un país y la fortaleza de su población dependen de una serie de puntos básicos que las instituciones públicas se tienen que esforzar por mantener a toda costa. Y una de ellas es la educación pública, que sin duda es la mejor baza de la que se puede disponer para forjar un futuro que sea interesante. En este sentido, podemos decir que en España estamos de enhorabuena porque, según nos han hecho saber recientemente desde Preparadores Valladolid, quienes se encuentran preparándose para unas oposiciones a maestros de primaria o secundaria disponen del nivel formativo más alto de la Historia de nuestro país.

Son muchos los datos y los detalles que nos  tienen que hacer sonreír en lo que respecta a la educación pública en los últimos tiempos. Según una noticia publicada en La Voz de Galicia, la educación pública es más eficiente que la privada en términos de igualdad, sobre todo porque es la que permite conseguir que los contenidos que se enseñan a los alumnos y alumnas se instalen en sus mentes y cerebros. No en vano, buena parte de esa generación que dispone del nivel formativo más alto de la Historia de España proviene de la educación pública.

Quizá sea este el motivo por el cual la educación pública le ganó terreno a la privada por primera vez en siete años en 2021, como dice el diario El País en la noticia que os acabamos de enlazar. Está claro que no puede ser casualidad el hecho de que en la educación pública haya mucha más gente, en porcentaje, preparada para el mundo laboral que en la privada. Y la educación, como tantas otras ramas de actividad de las que se compone la sociedad, tiene que estar sujeta a un rendimiento, tiene que generar beneficios para la sociedad, aunque en este caso sean beneficios intangibles como el conocimiento en lugar de beneficios económicos.

Durante mucho tiempo se ha criticado, y con razón, a la educación pública española. Y el hecho de que hubiera una alta tasa de abandono escolar era uno de los datos que mejor lo reflejaban, por poner un ejemplo. Sin embargo, las cosas están cambiando y ya podemos decir que la evolución que está manteniendo en los últimos años esta educación pública la está posicionando como una de las mejores ya no solo de toda Europa, que era el propósito que se perseguía en un principio, sino también como una de las más valiosas en el mundo entero.

Una de las pruebas que manejamos para defender el argumento anterior es la cantidad de profesionales españoles que han sido contratados por empresas extranjeras, personas que se han tenido que marchar de nuestro territorio para empezar una nueva aventura profesional en lugares como Estados Unidos, otros países de la Unión Europea e incluso otros destinos como Latinoamérica o Asia. Que empresas de todo el mundo quieran a nuestros hombres y mujeres es una buena muestra de que ellos y ellas valen mucho… y también de que, por desgracia, nuestras empresas no apuestan tanto por estas personas como deberían.

Detener la fuga de cerebros es imprescindible

Hablamos de uno de los problemas que nosotros siempre situaríamos entre los tres primeros en esas típicas encuestas que realiza el CIS. Si estamos perdiendo constantemente a nuestros mejores valores, ¿cómo vamos a poder ir generando una sociedad mejor en el futuro? Detener la fuga de cerebros es un tema del que deben formar parte las instituciones públicas y que tenemos que solucionar con políticas eficaces y que, a fin de cuentas, vayan destinadas a valorar el enorme potencial que tienen muchas de las personas que han sido producto de una educación pública y de calidad.

¿De qué sirve una educación pública de primera línea si después vamos a exportar todo nuestro talento a otros países? No os vamos a mentir: nos fastidia que haya investigadores españoles que estén realizando avances extraordinarios en la cura de enfermedades como el cáncer en Estados Unidos. Retener a este gente e invertir en ella debería ser nuestra principal apuesta. Así, muchos de esos avances de los que presumen en el gigante americano se producirían aquí. Esas y no otras son las cosas que deberían hacer florecer en nuestro interior el orgullo nacional.

El primer paso para generar esa gran sociedad que nos imaginamos está dado, y es el de ofrecer una educación pública que sea lo mejor posible. El segundo y definitivo paso, que nos parece mucho más difícil de conseguir, es el de que las empresas de nuestro país apuesten por esos productos de la educación pública. Ahí es donde hay que incidir ahora y de donde podemos obtener un rédito muy grande. Ojalá que así sea y que podamos empezar a disfrutar de las ventajas que hemos forjado entre todos y cada uno de nosotros.

 

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