Qué hacer cuando un arreglo estético no nos sale bien.

COMPARTIR

No me había planteado escribir esto, pero después de todo lo que viví, creo que compartirlo puede servirle a alguien que esté a punto de cometer el mismo error que yo. Lo mío no fue una gran catástrofe, ni acabé en urgencias ni nada por el estilo, pero sí que pasé un mal trago con algo que, en teoría, debía hacerme sentir mejor; por culpa de una mala decisión, lo que empezó siendo un pequeño retoque se convirtió en una experiencia que no le deseo a nadie.

Durante mucho tiempo pensé que hacerme un pequeño arreglo estético era como ir a la peluquería: vas, te pones en manos del profesional, sales con mejor cara y listo. Y como tantas otras personas, me dejé llevar por lo que parecía fácil, rápido y, para qué negarlo, más barato. Hasta que aprendí por las malas que no se puede dejar nuestra salud en manos de cualquiera.

Quédate a conocer mi historia, quizá te ayude en algún momento ¡Al menos, eso espero!

¿Por qué decidí tomar esa decisión?

Siempre he tenido una relación normal con mi aspecto, con mis más y mis menos, como todo el mundo; pero el tiempo no perdona, y en mi caso hubo un detalle que empezó a molestarme especialmente: esa expresión de cansancio permanente que se me había quedado en la frente y en el entrecejo. Da igual que estuviera de buen humor, siempre parecía enfadada o estresada.

Empecé a mirarme con más atención en los espejos, en las fotos, en los vídeos que me enviaban. Me veía más dura, menos natural. Y no lo llevaba bien, para qué mentir. Me costaba más arreglarme por las mañanas, me ponía gafas de sol a la mínima y hasta evité algún que otro plan porque me sentía poco atractiva. Supongo que fue ahí cuando empecé a considerar lo del bótox o el ácido hialurónico.

Había escuchado maravillas de los tratamientos «flash«, esos que te quitan diez años en media hora. Alguna amiga ya se lo había hecho y el resultado era buenísimo, así que empecé a mirar por redes sociales, a leer opiniones y a preguntar aquí y allá.

Y ahí fue donde metí la pata.

Elegir mal por querer ir demasiado deprisa.

Cuando una se ve fea o decaída, lo último que quiere es alargar el proceso. Queremos resultados ya. Así que, en lugar de tomarme mi tiempo y buscar una clínica seria, me dejé llevar por una cuenta de Instagram que mostraba resultados espectaculares. Tenía muchas publicaciones, muchos «antes y después» y precios muy llamativos. Y aunque algo en mi interior me decía que tal vez no era el sitio más adecuado, me dejé llevar por la inmediatez.

La cita fue rápida, incluso diría que demasiado. Me atendió una chica encantadora, muy simpática, pero sin bata ni título visible, y no me hicieron ni una sola pregunta sobre alergias, antecedentes médicos o expectativas reales. Me dijeron que lo mío se solucionaba con unas pequeñas inyecciones en el entrecejo y en la frente. Todo duró menos de quince minutos.

Salí de allí con una sensación rara. La cara un poco dormida, como si no terminara de reconocerme. Me dijeron que era normal, que en unos días me vería mejor: pero no fue así. A los dos días empecé a notar que el entrecejo me tiraba al fruncirlo, como si estuviera haciendo un esfuerzo por abrir los ojos más de lo normal. Me miraba en el espejo y sentía que tenía una expresión de sorpresa permanente. Lo peor era que ya no podía relajar esa zona. Intentaba poner cara neutra y no me salía. Parecía una mezcla de susto y preocupación, todo el tiempo.

Además, el párpado derecho empezó a caer más que el izquierdo. No era algo muy exagerado, pero me daba una asimetría evidente, y ya no hablemos de sonreír: las fotos en las que salía riendo parecían forzadas, como si no fuera yo.

¡Era horrible! Así que volví al centro para preguntar si eso era normal. Me atendieron deprisa y con poca paciencia. Me dijeron que era algo temporal y que se corregiría solo. Pero no me dieron soluciones ni seguimiento ni explicaciones… Ahí fue cuando me empecé a agobiar de verdad, porque no sabía si había hecho algo irreversible, si me había tocado un músculo que no debía o si me había puesto algo que no era bótox.

Entonces busqué ayuda de verdad, aunque hubiera sido mejor hacerlo antes.

Después de varios días dándole vueltas, decidí llamar a un centro de medicina estética bastante reconocido para saber que hacer. Contacté con Blanc Clinic, y les comenté todo lo que me había pasado. Lo primero que me dijeron es que esos tratamientos no se hacían así, y que, sobre todo los rellenos de ácido hialurónico o bótox debían de tener una calidad en condiciones para que éstos no fueran peligrosos.

Me sentí muy abrumada, y a la vez tranquila, porque por fin parecía que alguien me estaba explicando las cosas de verdad. Sin embargo, no me quedé sentada: me puse manos a la obra y pedí cita con una clínica que había en mi zona y que parecía mucho más fiable (además de pedir cita también con un abogado para ir denunciando a la otra, porque vamos). Allí fue donde me sentí, por primera vez, en manos de alguien profesional.

La doctora que me atendió me examinó con calma, me hizo preguntas, me miró con detalle, y me explicó exactamente qué había pasado. Por lo visto, me habían infiltrado bótox demasiado cerca del músculo orbicular y eso estaba causando la caída del párpado. Además, el exceso en el entrecejo me había dejado esa expresión congelada. No era permanente, pero sí incómodo.

No se podía revertir, pero sí paliar. Me propuso una pauta de masajes, un par de pinchazos con suero fisiológico y algo de tratamiento con radiofrecuencia para ayudar a que el producto se absorbiera más rápido. Y, sobre todo, paciencia. Me sentí aliviada, pero también muy enfadada conmigo misma, porque por ahorrarme un poco de tiempo o de dinero, había acabado en un sitio donde no me habían tratado con la seriedad que estos procedimientos requieren.

Aprender de la experiencia.

Con el paso de las semanas, mi cara empezó a volver a su sitio. El párpado se levantó un poco, la expresión se suavizó y dejé de sentir esa rigidez tan molesta. Pero me quedó la lección muy clara: no todo vale, y el hecho de que algo sea estético no lo convierte en inofensivo.

Ahora sé que el bótox y el ácido hialurónico pueden hacer maravillas si se aplican bien, pero también pueden provocar resultados indeseados si se ponen a lo loco. Desde entonces, cada vez que alguien me pregunta por estos tratamientos, les digo lo mismo: busca una clínica que tenga licencia, con médicos estéticos colegiados, que te expliquen bien todo antes de ponerte nada. Y desconfía si lo que te ofrecen es un “retoquito exprés” sin análisis previo.

¿Qué hacer si te pasa algo parecido?

A ti, que quizá estás leyendo esto porque te ha pasado algo similar, lo primero que te diría es que no entres en pánico. Aunque en ese momento parece el fin del mundo, muchas veces los efectos del bótox o del ácido hialurónico mal aplicado se corrigen con el tiempo o se pueden tratar con ayuda especializada.

Lo más importante es que acudas a un centro serio, y por lo que más quieras, no vuelvas al lugar donde te lo hicieron mal esperando una solución: probablemente se hagan los locos, o en el peor de los casos, pueden incluso empeorártelo. Así que mejor busca un equipo de medicina estética con experiencia, pide una valoración y sigue sus indicaciones.

También es importante que te cuides mucho a nivel emocional, créeme: un fallo estético, aunque no sea grave, afecta más de lo que parece. Nos miramos distinto, nos juzgamos más, y eso puede hacernos daño. Además, si hemos elegido hacernos un retoque estético es porque antes tampoco estábamos bien, así que esto puede ser como “tocar fondo”, por lo que no lo dejes pasar sin más. Rodéate de gente que te apoye y no te sientas culpable por haber querido verte mejor. El error no fue intentarlo, sino haberlo hecho sin garantías.

Y por supuesto, no tengas miedo de contarlo. Yo tardé un tiempo en hablarlo con mis amigas porque me daba vergüenza, pero al final descubrí que muchas habían pasado por cosas parecidas. Eso sin duda me ayudó a normalizarlo y a reírme un poco de la situación.

A día de hoy, con el paso del tiempo, puedo decir al 100% que he recuperado la confianza en los tratamientos estéticos bien hechos, ¡Claro está! Sin embargo, también que ahora tengo mucho más criterio para elegir dónde, cuándo y con quién. Porque si algo me ha enseñado todo esto es que, en estética, como en la vida, lo barato y rápido suele salir muy caro.

Mas populares

Noticias relacionadas

Scroll al inicio