Los accidentes laborales son un problema en muchas industrias. A veces se cree que ocurren por el uso de máquinas peligrosas o por tareas de alto riesgo, pero la realidad es que muchos se deben a algo tan simple como el suelo. Un resbalón, un tropiezo o una caída pueden parecer incidentes menores, pero pueden causar lesiones graves y largas bajas médicas.
En los entornos industriales, los suelos soportan el paso constante de personas, maquinaria y materiales. Si no están en buen estado o no se mantienen correctamente, se convierten en una fuente continua de peligro. Un líquido derramado, una herramienta fuera de lugar o una superficie desgastada bastan para provocar un accidente.
Prevenir estos riesgos no requiere grandes inversiones, sino atención y medidas adecuadas. Desde elegir un suelo con buen agarre hasta mantener una limpieza regular y una buena iluminación, cada detalle cuenta. Los suelos de caucho, por ejemplo, ayudan a reducir los resbalones y a mejorar la comodidad de quienes trabajan muchas horas de pie.
Evitar accidentes empieza por mirar al suelo, entender cómo se usa y asegurarse de que cada paso sea seguro. La prevención está, literalmente, bajo los pies de todos.
Los accidentes más comunes en el suelo industrial
Los accidentes en el suelo pueden parecer algo sin importancia, pero su impacto no lo es. A menudo derivan en lesiones graves, fracturas, esguinces o daños musculares que tardan semanas en recuperarse. Los principales tipos son:
Resbalones
Ocurren cuando el pie pierde tracción con el suelo. Normalmente, se deben a líquidos derramados, aceites, grasa o incluso al propio polvo acumulado. Un simple charco en una zona mal iluminada puede hacer que alguien termine en el suelo.
Tropiezos
Se producen cuando un trabajador encuentra un obstáculo inesperado: una herramienta mal colocada, un cable, un desnivel o una superficie desigual. Son accidentes típicos en entornos donde hay mucho movimiento y se combina maquinaria con tránsito constante de personas.
Caídas a distinto nivel
No siempre las caídas son al mismo nivel. En algunos casos se producen desde escaleras, plataformas o zonas elevadas sin la protección adecuada. Aunque parezcan menos frecuentes, suelen ser las más graves.
Deslizamientos con carga
En almacenes y talleres, los trabajadores suelen mover materiales o empujar carretillas. Si el suelo no ofrece suficiente adherencia o hay restos de sustancias resbaladizas, el riesgo se multiplica. La pérdida de equilibrio en esas condiciones puede afectar también a otros compañeros cercanos.
Factores que agravan los accidentes en el suelo
Detrás de cada accidente hay una combinación de factores. No basta con culpar al despiste o al azar. La mayoría de las veces, los accidentes en el suelo industrial tienen que ver con fallos estructurales o de mantenimiento.
- Superficies inadecuadas
Hay suelos que no están diseñados para el tipo de trabajo que se realiza sobre ellos. Un suelo demasiado liso en una zona donde se manipulan líquidos, por ejemplo, puede provocar un accidente.
- Falta de limpieza
El orden y la limpieza son pilares de la seguridad. Cuando no hay una rutina clara de limpieza, los residuos se acumulan y los líquidos se esparcen. Un pequeño derrame puede acabar en un resbalón grave.
- Iluminación deficiente
Muchos tropiezos ocurren porque el trabajador no ve bien dónde pisa. Una bombilla fundida o una zona sin la iluminación adecuada basta para que el riesgo aumente.
- Calzado inapropiado
Aunque parezca un detalle menor, el calzado marca una gran diferencia. Las suelas lisas o desgastadas pierden adherencia y aumentan la posibilidad de resbalar.
- Falta de señalización
Cuando una superficie está mojada o en reparación, debe avisarse de inmediato. La falta de señalización es un descuido que pone en riesgo a todo el personal.
Estrategias eficaces para prevenir accidentes en el suelo
Evitar accidentes laborales requiere planificación y compromiso. No hay una única medida que lo solucione todo, pero la combinación de buenas prácticas puede reducir drásticamente los riesgos.
- Diseñar rutas seguras
Organiza el espacio de trabajo de manera que los caminos de paso estén libres de obstáculos. Las herramientas, cables y materiales deben tener su propio lugar, fuera del tránsito habitual.
- Implementar rutinas de limpieza
Establece horarios y responsables de limpieza. Las tareas deben incluir la revisión de posibles derrames, la eliminación de polvo y la comprobación de zonas húmedas.
- Mejorar la iluminación
Revisa regularmente las áreas con luz artificial. Asegúrate de que no haya sombras que impidan ver bien los desniveles o las irregularidades del suelo.
- Señalizar correctamente
Cada zona de riesgo necesita una señal clara: “suelo mojado”, “superficie resbaladiza” o “zona en reparación”. Esto no solo protege, también genera cultura preventiva.
- Revisar el calzado
La empresa debe ofrecer calzado adecuado para cada tipo de tarea. En entornos industriales, lo ideal son zapatos con suelas antideslizantes y materiales resistentes.
Una solución que no habías pensado
Entre las distintas soluciones para reducir accidentes, los suelos de caucho han ganado protagonismo en los últimos años. Su instalación en áreas industriales no solo mejora la seguridad, sino que también aporta comodidad al trabajador, reduciendo la fatiga y los impactos al caminar.
El caucho, al ser un material elástico y con alta capacidad de tracción, minimiza el riesgo de resbalones, incluso en presencia de humedad. Además, es resistente al desgaste, al paso constante y a los productos químicos que suelen usarse en entornos industriales.
La empresa Ruedasllopis, especializada en ruedas industriales y losetas de caucho, explica que uno de los mayores beneficios de este tipo de suelo es su durabilidad y su capacidad para mantener la adherencia a largo plazo. También destacan que puede colocarse en zonas donde se requiera amortiguar el impacto o reducir el ruido del tránsito de maquinaria ligera. Una vez instalada la superficie adecuada, las caídas y resbalones se reducen de forma notable.
Además, el mantenimiento es clave para conservar la seguridad
No basta con colocar un suelo antideslizante o reforzar la señalización. La seguridad es un proceso continuo. Cualquier superficie, por buena que sea, necesita mantenimiento.
- Inspecciones periódicas: revisa si hay grietas, desgaste o zonas donde el material haya perdido adherencia.
- Limpieza con productos adecuados: algunos detergentes pueden afectar la textura del suelo y volverlo más resbaladizo.
- Reemplazo oportuno: si el suelo presenta daños, no esperes a que alguien se accidente. Sustituir a tiempo es siempre más económico que asumir una baja laboral.
El mantenimiento es una obligación que garantiza la durabilidad de las medidas preventivas.
Más allá de las normas
Las medidas técnicas solo funcionan cuando hay una mentalidad de prevención. La cultura preventiva implica que cada persona del equipo entienda su papel en la seguridad colectiva. No es algo que dependa solo del área de mantenimiento o del encargado de riesgos laborales.
Fomentar esa cultura requiere tres elementos esenciales:
- Formación continua: cada trabajador debe conocer los riesgos de su entorno y cómo evitarlos.
- Comunicación abierta: cualquier problema detectado debe comunicarse sin miedo ni burocracia.
- Ejemplo de los líderes: los responsables deben ser los primeros en cumplir y hacer cumplir las normas.
Cuando se fomenta la seguridad, los accidentes dejan de ser una amenaza constante.
La ergonomía en la prevención
La ergonomía también tiene un papel importante en la prevención de accidentes, aunque a veces no se relacione directamente con el suelo. Cuando los trabajadores pasan muchas horas de pie, caminando o moviendo cargas, el cuerpo se cansa y pierde estabilidad. Esa fatiga puede provocar movimientos inseguros, desequilibrio o caídas.
Contar con un suelo que amortigüe los pasos ayuda a reducir el cansancio y las molestias en las piernas o la espalda. También es clave organizar bien las zonas de trabajo, dejando espacio suficiente para moverse sin obstáculos. Si se añaden pausas regulares y una buena planificación del ritmo de trabajo, el riesgo de tropiezos o resbalones baja mucho.
Un entorno cómodo es un entorno más seguro. Cuando el espacio está adaptado a las personas, el trabajo se hace mejor y con menos riesgos.
Formación y responsabilidad compartida
Las empresas que logran reducir los accidentes laborales suelen tener algo en común: apuestan por la formación continua. Enseñar a los trabajadores cómo actuar ante cada situación y recordar las normas básicas de seguridad hace una gran diferencia. No se trata solo de impartir cursos teóricos, sino de ofrecer talleres prácticos y charlas breves que mantengan viva la atención sobre la prevención.
Cuando una persona entiende que su manera de trabajar influye en la seguridad de todo el equipo, cambia su forma de actuar. Recoger una herramienta del suelo, avisar de un derrame o colocar bien un cable pueden parecer detalles pequeños, pero evitan muchos accidentes.
Un trabajador informado y consciente es el primer paso hacia un entorno más seguro. Cuando la prevención deja de ser una obligación y se convierte en una costumbre, el lugar de trabajo se vuelve más ordenado, tranquilo y seguro para todos.
El valor de la prevención
Evitar accidentes en el suelo industrial requiere planificación, compromiso y una visión clara de lo que está en juego: la salud y la estabilidad del equipo.
El suelo pasa inadvertido en la rutina diaria, pero puede ser el punto de diferencia entre un día productivo y una lesión grave. Mantenerlo en condiciones no es solo una responsabilidad de la empresa, sino una muestra de respeto por quienes hacen posible el trabajo.






