Mi esposo tenía una caries en una muela, el dentista le dijo que la podía arreglar y listo. Pero el arreglo no salió ni por casualidad como debería: lo que hicieron fue dejar un hueco justo debajo del diente, un espacio del tamaño justo para que la comida se quedara atrapada todo el tiempo.
Imagínate, cada vez que comía algo, terminaba con restos atrapados ahí, era un horror. Y no es que se pudiera limpiar bien con el cepillo. Lo intentaba, pero la comida se quedaba como pegada, le inflamaba la encía y le provocaba un dolor que no se iba.
El dolor que no se va y la impotencia
Al principio el dolor aparecía de vez en cuando, nada muy fuerte, pero suficiente para molestar. Luego se hizo cada vez más frecuente y más intenso: podía ser un pinchazo, un dolor sordo, o algo que parecía que le iba a explotar la mandíbula. Eso lo dejaba frito, sin ganas de nada y con un mal humor que no veas. A veces ni dormía bien, y cualquier cosa que comía lo ponía de mal humor porque sabía que luego vendría el dolor.
Pero lo peor era la sensación de que nada se solucionaba. Cada vez que pensábamos en ir al dentista, él se echaba para atrás, recordando la vez que le dejaron ese agujero en la muela y temía que le pasara otra vez. Lo tenía grabado en la cabeza como una experiencia horrible, como una traición. Se le notaba el miedo en la cara, aunque intentara disimularlo.
Le entraba una mezcla de rabia y ansiedad, como si fuera a revivir lo mismo una y otra vez. A veces decía que prefería aguantarse el dolor antes que volver a confiar en alguien que lo dejara peor. Y ahí estábamos, atrapados en un bucle de dolor, frustración y desconfianza, sin saber qué hacer ni a quién acudir.
Cada semana que pasaba era peor, pero él seguía dudando, ¡y con toda la razón del mundo!
Dos dentistas, la misma recomendación: “arregla”
Después de mucho tiempo aguantando ese sufrimiento, decidimos ir a otro dentista para pedir una segunda opinión. Y como no nos bastaba con uno, fuimos a otro más para estar seguros. ¿Sabes qué nos dijeron los dos? “Arregla la muela, que sacarla no es lo ideal porque puedes perder la mordida.”
Ambos coincidieron en que, si se puede salvar, siempre es mejor arreglar el diente natural. Sacar una muela implica cirugía, recuperación molesta, y puede traer problemas en el futuro, como que se muevan los dientes vecinos o que la mordida cambie. También nos advirtieron que un diente natural siempre vale más que cualquier implante.
Pero aquí viene lo complicado: ¿y si el arreglo nuevo vuelve a ser un desastre? Mi esposo no quería vivir otra vez la pesadilla del hueco con comida atrapada, tenía miedo de que la muela le doliera aún más y que lo único que hiciera fuera seguir arruinándole la vida.
¿Por qué duele tanto esa muela?
No soy dentista ni nada por el estilo, pero después de todo esto he aprendido un poco. Cuando un diente tiene un arreglo mal hecho o una caries profunda, puede quedar un espacio donde se acumulan restos de comida y bacterias. Eso hace que la encía alrededor se inflame y se infecte, lo que causa dolor.
Y si la caries llega hasta el nervio, el dolor puede ser terrible. Eso explica por qué el dolor puede ir desde un pinchazo hasta un malestar que no te deja ni comer ni dormir.
Además, el dolor puede aumentar cuando la muela tiene ese hueco donde se queda comida, porque la infección o la inflamación no paran de crecer.
Ventajas de arreglar la muela
Merced Clinica Dental, Clínica Dental en Ciudad Lineal con gran experiencia en extracciones y reparaciones de muelas rotas, nos explican las amplias ventajas de arreglársela con profesionales, en lugar de extraerla:
- Mantienes el diente natural: Siempre es mejor conservar tu diente porque hace mucho más que solo masticar. Mantiene el espacio para los demás dientes y ayuda a que la boca funcione bien.
- Menos líos que con la extracción: Arreglar suele ser menos doloroso y más rápido que sacar una muela, que es una cirugía que puede doler varios días.
- Si todo sale bien, adiós a la muela dolorida: Un buen arreglo debería solucionar el problema y evitar que vuelva el dolor.
Pero todo eso depende de que el dentista haga bien el trabajo. Por eso, no te conformes con cualquiera. Busca a alguien con buena mano, que te explique cómo va a arreglar la muela y que te dé confianza.
Ventajas de sacar la muela
Por otro lado, hay momentos en los que sacar la muela puede ser lo mejor:
- El problema se acaba de raíz: Si la muela está muy dañada o el arreglo es muy complicado, sacarla evita más problemas en el futuro.
- Se termina el dolor molesto: Aunque el postoperatorio pueda ser duro, después te quedas sin esa muela que tanto te ha fastidiado.
- Evitas infecciones constantes: Si la muela causa infecciones seguidas, mejor sacarla para que no vuelva a pasar.
Eso sí, sacar una muela no es ninguna broma. Te toca pasar por un proceso con inflamación, molestias y cuidados especiales que pueden durar días o semanas.
¿Cómo tomar la decisión?
Aquí viene la parte más difícil: decidir si arreglar o sacar. Te lo digo porque lo hemos vivido y te juro que no es fácil. Para nosotros, fue un tira y afloja entre querer conservar y querer quitarse el problema de encima.
Lo que te recomiendo es esto:
- Pregunta todo lo que se te ocurra. Cuando vayas al dentista, no te quedes callado. Pregunta cómo van a hacer el arreglo, cuánto durará, qué pasa si falla, cuánto tiempo tardarás en recuperarte, qué riesgos hay en sacar la muela, si necesitarás un implante después, cuánto cuesta cada opción…
- Pide radiografías o pruebas. Así puedes ver realmente cómo está la muela y entender mejor qué es lo que hay que hacer.
- Busca una segunda o tercera opinión. No te quedes con la primera que te den, especialmente si tienes miedo o dudas.
- Piensa en lo que realmente te molesta: ¿El dolor? ¿La idea de una cirugía? ¿El tiempo de recuperación? ¿Los costes? Cada persona valora cosas diferentes.
- Confía en el profesional, pero confía también en ti. Tú conoces tu cuerpo y sabes cuándo algo no va bien o cuándo necesitas ser más cauteloso.
La ansiedad que da el dentista
No voy a mentirte, la visita al dentista puede ser una tortura mental. Después de lo que pasó con el arreglo mal hecho, mi esposo estaba cagado de miedo de que le volvieran a fastidiar la muela.
El miedo a que te toquen la boca, que duela, que te saquen la muela, que haya complicaciones… Es real y muy común. Por eso, a veces no vamos al dentista aunque el dolor vaya en aumento.
Lo que nos ayudó fue ir acompañados, pedir que el dentista nos explique todo con calma, y que no nos pusieran prisa. También nos tomó tiempo asimilar la información y decidir con tranquilidad.
Consejos para lidiar con el dolor mientras decides
Mientras se toma la decisión o esperas la cita con el dentista, aquí algunas cosas que nos funcionaron para aguantar el dolor:
- Analgésicos: No es la solución ideal a largo plazo, pero ayudan a aliviar el dolor fuerte.
- Evitar comidas duras o pegajosas: Lo último que quieres es que la comida se quede atrapada en esa muela.
- Enjuagues con agua tibia y sal: Ayudan a calmar la inflamación y limpiar un poco la zona.
- Cepillarse con cuidado: Usar un cepillo suave y no insistir demasiado en la muela para no irritar más.
- Hilo dental con cuidado: Para intentar sacar restos de comida sin hacer daño.
Lo que aprendimos en el camino
Esta experiencia nos ha enseñado un montón y quiero compartirlo para que otros no pasen por lo mismo:
- No dejes que el miedo te paralice. Cuanto más esperas, más daño puede haber y más difícil puede ser arreglarlo.
- Infórmate mucho. No te quedes con lo que te dicen rápido. Lee, pregunta, busca opiniones.
- Busca buenos profesionales. Un dentista bueno puede marcar la diferencia entre un arreglo perfecto y un desastre.
- Cuida tu boca siempre. Cepillado, hilo dental y revisiones periódicas son clave para evitar estos líos.
- Ten paciencia. A veces el dolor tarda en pasar, pero con un buen tratamiento se arregla.
¿Me arreglo la muela o me la saco?
Pues mira, si me preguntas a mí, y viendo todo lo que hemos vivido, te diría que lo primero que hay que intentar es arreglarla bien, porque perder un diente natural no es la mejor opción si se puede evitar.
Pero ojo, solo si estás seguro de que el dentista va a hacerlo bien, que no te va a dejar otro agujero y que el arreglo va a durar.
Si ya has probado eso y sigues con dolor o con problemas, entonces sí, piensa en sacarla. A veces, quitar el problema es la mejor forma de ganar calidad de vida.
Lo importante es no dejar pasar el tiempo con dolor, porque eso solo lo empeora todo.
Así que si estás en esta pelea, ánimo. No estás solo, y con información y un buen profesional puedes tomar la mejor decisión para ti.